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domingo, 3 de abril de 2011

IA

Como habíamos decidido hacerlo con una muestra fresca y el doctor no había objetado tal decisión, Tito fue muy temprano el viernes 18 a la clínica a dejar sus espermios.  Me llamó muy contento diciéndome que toda estaba listo y que me esperaban a la 1 de la tarde.  Obviamente la mañana de ese día fue la más larga que pueda recordar en mucho tiempo.  Hice clases muy rápido como si eso fuera a ayudar a que el tiempo avanzara, sin embargo sucedió todo lo contrario.  Las horas eran eternas.  Ese día terminaba mis clases a las 12 por lo tanto podía irme con calma a la clínica para realizarme la IA a la hora fijada, sin embargo recibí una llamada del doctor a las 11.30 para decirme que necesitaba que me fuera inmediatamente, que no podíamos esperar más.  Me puse muy nerviosa porque no había pedido permiso en el colegio y mi clase terminaría en media hora más, de modo que le dije al doctor que lo más temprano que podía estar allá eran las 12.30.  Y así fue.  Unos minutos antes de las 12.30 ingresé a la sala donde me harían el procedimiento.  Me pasaron un tubo con la muestra y me pidieron que lo pusieran entre mis pechos para mantenerlo calentito hasta que llegara el doctor y que me desnudara de la cintura hacia abajo.  A esas alturas lo único nuevo para mí era el tener una muestra de semen en aquel íntimo lugar que nunca en la vida hubiese pensado recibir fluidos de un hombre.  Pero el semen estaba en un tubo de ensayo muy tapado y ya venía tibio desde antes pues había sido preparado por el biólogo y sólo habían dejado los mejores espermios que irían en la carrera por fecundar a mi ovulo.
Entró el doctor entonces y muy serio me dijo:
‘Tito no dejó sus últimos exámenes de VIH cuando entregó la muestra y así yo no puedo trabajar’
Por supuesto que entré en pánico porque Tito se había hecho tres exámenes de Sida en los últimos seis meses para que nos permitieran usar la muestra en fresco.  Le expliqué al doctor que mi amigo era muy despistado y que los tenía, que por favor hiciéramos la IA, que él llegaría con los exámenes a la 1 en punto.  El doctor accedió sin antes retarme y decirme ‘Estas cosas no pueden pasar, porque si pasan estamos haciendo medicina de segunda categoría’.  En ese momento no quería malas vibras alrededor mío así que cerré los ojos y recé por unos segundos para pedirle a Dios que no permitiera que el enojo del doctor se interpusiera en el momento de la concepción.
El procedimiento en sí no me provocó ninguna molestia, sentí la canula en el útero pero no el semen entrando.  Lo que sin duda sentí con mucho dolor fue que me pusieron un espéculo para abrirme y poder inseminarme.  Para una mujer que no está acostumbrada a la penetración, el sentir ese metal frío  y duro es lo peor.  Pero como dije antes, todos los dolores que me permitan ser madre los sufriré con alegría.
12.34 y yo ya era una mujer inseminada.  Mi doctor junto con su enojo también agregó que la muestra de Tito era de muy buena calidad, lo cual me dejó muy tranquila pues, sabiendo después de los exámenes de enero que yo era una mujer fértil, eso significaba que en ese mismo minuto podría haber empezado el embarazo.  A partir de esa noche debía tomar PROGENDO por 13 días y al día 14 tendría que realizarme una prueba casera de embarazo.

 

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