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viernes, 16 de diciembre de 2011

Mi vida con Julieta

Todo es hermoso. Y esto de ser madre se me da tan natural que pareciera que nací para serlo.
Julieta es una niña muy bien portada, como todo recién nacido solo llora cuando le molesta el pañal y cuando tiene hambre.
La lactancia me hizo sufrir por unos cinco días y ya encontramos entre las dos la forma de que ella disfrute el pechito de mamá y de que yo disfrute también el amamantarla. Hubo grietas un par de días que no niego me hicieron llorar, de dolor y de angustia por traspasarle esa pena en la leche a mi bebita.
He estado 100% dedicada a ella, todos mis momentos son para mi hija y si bien es cierto mi madre me ha acompañado estas dos semanas debo decir que ha sido muy respetuosa y me ha dejado aprender junto a mi hija. Ella se ha encargado de alimentarme sanamente para que Julieta no rechace mi leche ni le haga mal tampoco.
El 13 de diciembre tuvo su primer control con pediatra y así como elegí totalmente al azar a mi ginecólogo también me pasó con la doctora de mi hija. Y el azar nuevamente no me falló. Una mujer madura que atendió a Julieta por media hora, la revisó por todos lados, le hizo muchos ejercicios, la movió como a una muñequita de trapo entre otras cosas. Los comentarios de su primer control es que es una bebé sanita y creciendo dentro de lo normal o de lo que se espera.
Igual estamos atentas al crecimiento de su cabecita pues la neonatologa que estaba el día del parto indicó macrocefalia y solicitó una eco. Sin embargo dos pediatras han dicho que Julieta tiene la cabeza un poco más grande que los niños de su edad pero que han visto niños con la cabecita mucho más grande que la de mi hija. Por ahora no hay de qué alarmarse ya que además la pediatra que revisó a Julieta me preguntó si el padre tenía la cabeza grande y la verdad es que sí, mi hija tiene un papá cabezón, tías cabezonas, primos cabezones, así que la carga genética juega un papel importante acá. Qué bueno que mi donante es conocido, en casos como este es bueno tener ese dato para descartar anomalías.
En fin, ya han pasado dos semanas desde que la ví por primera vez y no me canso de mirarla todo el día. Las noches son algo difíciles pero ya me he ido acostumbrando a su ritmo y sufro menos al despertar. Lo importante es que estamos juntitas, que duerme a mi lado y que siempre que puedo y quiero la cojo en mis brazos y la pongo sobre mí para que sienta mi corazón. Es increíble como al instante adopta la misma posición que tenía en mi barriga. Ay este amor es tan grande que no me cabe en el pecho!!!

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