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jueves, 13 de enero de 2011

Recibiendo Orientación

¿Por qué un blog?
Durante al menos dos años me he paseado por la web leyendo blogs de mujeres que valientemente exponen su vida y cómo han decidido estar en pareja con otra mujer y finalmente han tenido uno, dos o tres hijos juntas.  De estas mujeres valientes, hay una que conozco desde hace ya más de 10 años.  A través de ella, he leído desde el anonimato tanto su historia como las de otras, disfrutando con cada entrada de sus blogs, sonriendo y en algunas ocasiones llorando y compartiendo también sus penas.  Y aunque lo que digo para algunas puede sonar freak o incluso voyerista, debo confesar que lo he hecho solo por la profunda admiración que me provoca el que se enfrenten a todo por el amor infinito que se tienen y por las ganas de ser madres.
Y a propósito de eso, el ser madre, es que hoy me atrevo a publicar mi propio blog y a compartir mi historia con ustedes.
Tengo 33 años y soy lesbiana desde los 16.  Como seguramente le pasó a muchas, a esa edad me sentí por primera vez atraída hacia una mujer.  Una compañera de colegio para quien siempre fui la mejor amiga y a quien después de meses de terapia sicológica le terminé confesando mi amor.  Y quedó en eso, sólo una confesión.  Desde ese entonces he tenido algunas otras historias, incluso de amor heterosexual.   Sin embargo no me detendré en esas historias pues no es ése el objetivo de este blog. 
Antes de entrar a la universidad no me planteaba la homosexualidad como un estilo de vida y pensaba que probablemente terminaría casada y con hijos antes de los 30 años.  Y ya ven, estoy a punto de cumplir 34 y ni casada y ni con hijos.  Bueno no casada heterosexualmente.  Pues tengo una relación de pareja de 4 años ya, que a veces se parece mucho a  un matrimonio. 
Cuando aún pensaba que mi vida sería tradicional (entiéndase relación heterosexual), decidí que la edad perfecta para ser madre era a los 28 años.   Algo que postergué pues no había candidato para ser padre, aún me gustaban las mujeres y estaba viviendo una relación de tres años,  y además  porque yo me había embarcado en un proyecto profesional y estaría 1 año viviendo en USA.  (A veces me preguntó ¿por qué no me habré embarazado allá?)  Luego opté por esperar hasta los 30, buscar un donante conocido que quisiera compartir la paternidad conmigo pero sin involucrarnos emocional ni sexualmente.  Pero llegó la mujer con quien hoy comparto mi vida.  Era un poco absurdo plantearle a la persona que acababa de conocer que ‘oye ya tengo 30 y quiero ser madre’. Eso la hubiese hecho correr muy lejos de mí. 
Así pasaron dos años y yo seguía postergando mi deseo de dar vida.  Hasta que un día me senté junto a ella y le dije que no quería esperar más.   Fue muy triste escucharle decir que ella no quería hijos y que si para mí era tan importante estaba claro que no podríamos seguir juntas.   Y de eso ya casi otros dos años.  Pero no puedo ni quiero esperar más.  Es muy probable que mi relación tenga su fecha de expiración impresa desde del momento en que una personita empiece a crecer dentro de mí.  Sin embargo lo voy a hacer, porque mi cuerpo lleva bastante tiempo hablándome y pidiéndome una transformación. ¿Será esta sensación lo que algunas llaman instinto materno?
El padre de mi futur@ hij@

Yo no quiero ser madre sola.  No tan  sólo quiero que mi compañera de vida comparta esta alegría y que se entusiasme tanto como yo con la idea de que mi cuerpo va a cambiar para lo más hermoso que le puede pasar a una mujer.  También quiero la figura paterna en la vida de mi hij@.  Quiero que haya a quien hacerle una tarjeta del día del padre, con quien compartir una navidad y de quien pueda sentir un abrazo fuerte y protector.  No significa que mi novia y yo no le podamos dar todo esto pero el rol de padre ha sido tan significativo en mi vida que se lo quiero transmitir también a mi hij@ y que pueda tener la oportunidad de conocer a ese hombre que junto a mí le dieron la vida.  Y por eso estuve tanto tiempo buscando a la persona adecuada y que por supuesto quisiera compartir este proyecto tan importante conmigo.  A Tito lo conozco hace 5 años.  Es la pareja de mi amigo Ale.   Lo elegí porque es un hombre bueno.  Y eso es lo más importante.  Un hombre de quien mi hij@ se pueda sentir orgullos@.   Es trabajador, tiene metas claras en la vida y lucha por conseguirlas.  Es responsable y  estoy segura que llenará de amor a este hij@ que nació primero en nuestro corazones.  Y lo que le sigue en importancia a la bondad de este hombre es que él quiere hacer esto conmigo, y me dijo que en este momento de su vida no hay otra mujer con quien él quisiera compartir el ser padres.  Lo hemos conversado muchas veces y ya por fin nos decidimos a iniciar el tratamiento. 

La Primera Consulta.

El lunes 3 de enero me recibió en su consulta el Doctor Balmaceda, un hombre con mucha experiencia en el campo de la reproducción asistida (RA).  Leí algunos artículos sobre él y aunque su carrera como ginecólogo no ha estado exenta de polémicas, me decidí por él por su vasta trayectoria y porque se dedicó a la medicina reproductiva en USA por veinte años. 
La conversación de unos veinte minutos giró en torno a mis dudas.  Apenas entré en su oficina le aclaré que lo mío no era una consulta de rutina sino más bien necesitaba la orientación de un profesional en el área de la RA.  Le indiqué que yo era una mujer soltera y que quería ser mamá a través de inseminación artificial (IA).  El hombre no se complicó ningún segundo y empezó a explicarme cómo funcionaba todo el proceso, con palabras simples e incluso me hizo unos dibujitos.  Le pregunté sobre los costos y me contó que lo más caro eran las muestras de semen, que podía comprar a través de la clínica en Cryobank California.  En ese minuto le dije que yo tenía un donante conocido y me dijo ‘Ah entonces te va a salir súper barato’.  Me encantó que no se me negara la posibilidad de elegir al padre de mi hij@, como sucedió en el IVI en donde sólo trabajan con muestras de donantes españoles y te cobran hasta el alma. 
¿Quieres comenzar ahora?  Me preguntó.  Y mi respuesta fue un sí instantáneo con una sonrisa de oreja a oreja.  Llenó unos papeles con todos los exámenes que me tenía que hacer y me dijo que al tercer día de mi próxima regla debía empezar unas ecografías  de seguimiento.  Sólo Dios sabe  las ganas que tenía que me llegara la regla y además me pidió conocer a mi donante.

Los Exámenes.

Me bajó la regla el 5 de enero, sólo dos días después de mi primera consulta.  Llamé para pedir hora para la ecografía y aunque me daba mucho pudor mostrarme con mi periodo, mandé la vergüenza al diablo y pensé ‘todo sea por mi hij@’.  Ese mismo día, después de la ecografía me hice los exámenes de sangre para medir el nivel de Estradiol.  Y los exámenes para las ETS.  Nunca he sido promiscua sexualmente pero debo confesar que igual me asusté con el resultado del VIH.  Creo que todo el mundo se estresa con ese examen en particular.
Hasta el momento todos los resultados de mis pruebas de laboratorio han salido bien.  Los ovarios aún están jóvenes y mi reserva ovárica está dentro de lo normal para una mujer de 33 años.  No tengo ninguna ETS y ahora sólo estoy en espera de terminar con las eco de seguimiento.
Mi donante también se ha hecho muchos exámenes, los mismos de sangre que yo y además un espermiograma.  Sus resultados estarán listos el 19 o 20 de este mes.  Por ahora el doctor le ha dicho que vaya a dejar unas cuatro muestras de semen al laboratorio para que lo congelen, de ese modo cuando los exámenes estén listos y sin problemas podamos hacer la primera inseminación.
Estoy ansiosa, pero muy feliz.  Y aún cuando sé que las probabilidades de embarazarme de inmediato son pocas, no me estreso.    No estoy pesimista del primer intento, pero el Doctor me dijo que normalmente se producía el embarazo la segunda o tercera vez.  Así que no sufriré si no pasa, sólo lo esperaré con más alegría.  Dios está conmigo.

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